El tejido empresarial español tiene un ingrediente especial: las pymes. Según los datos ofrecidos por el Ministerios de Industria, Comercio y Turismo, a finales de 2020 el porcentaje de empresas de menos de 250 empleados en España era de 99,84%. Es decir, la casi totalidad de nuestras empresas son pymes y, por lo tanto, esto es un claro aliciente para analizar cómo funcionan si queremos tener una visión general de nuestro tejido empresarial.

Antes de abordar cuáles son los retos tecnológicos y digitales a los que se enfrentan las pymes, es necesario conocer cómo es su entorno. Desde un punto de vista estructural, las pymes son empresas con una gran capacidad de adaptación y flexibilidad por su estructura plana. Esta es una característica muy beneficiosa a la hora de enfrentar cambios y adaptarse a nuevas situaciones, como es la transición digital. Esta capacidad, que supone una de las mayores ventajas de las pymes, se debe principalmente a que su tamaño hace que los procesos internos sean más rápidos y sencillos, debido también a las plantillas reducidas de personal.

A pesar de este entorno favorecedor para grandes cambios como es la digitalización, las pymes también presentan algunas debilidades importantes, como la cultura empresarial presente en la mayor parte de ellas. Se trata de una cultura arraigada en el miedo a asumir riesgos de inversión o grandes cambios. Existe una diferencia muy destacable entre grandes empresas y pymes. En las primeras, es muy probable que exista una resistencia al cambio presente en las personas que componen los equipos, pero, en las segundas, lo que hay es miedo al cambio. Y esta es, si cabe, la debilidad que más desfavorece el proceso de digitalización en el entorno de las pymes.

En muchas ocasiones, este miedo aparece por no entender bien cuáles son los beneficios, que suelen ser a largo plazo, de dichas inversiones. En el caso del desarrollo digital, un error conceptual muy común es pensar que se trata de un proceso sumamente costoso, al que solo pueden darse el lujo de acceder las grandes empresas, algo totalmente falso.

Además de ese miedo al cambio, dentro de la cultura empresarial presente en las pymes también existe una falta de cultura del dato. Muchas veces no se percibe una necesidad de tomar decisiones basadas en datos, lo que conlleva a no ver prioritaria la recopilación y el análisis de los mismos. Es fundamental asumir que toda decisión tomada en la empresa debe basarse en una conclusión extraída de la recopilación y el análisis de datos.

Cambiar esta mentalidad empresarial es el principal reto tecnológico cuando hablamos de pymes. Pero existen otros retos que debemos tener en cuenta para poder afrontarlos lo antes posible.

Uno de ellos es la preocupación sobre la seguridad. Tecnologías como la gestión de las finanzas del negocio a través de programas en la nube o gestión de bases de datos e información pueden generar un miedo o sensación de falta de seguridad sobre dicha información. Muchas pymes pueden sentirse amenazadas ante ello por no conocer bien cómo funcionan estas tecnologías y lo seguras que son.

Otro de los retos a los que se enfrentan las pymes es la falta de formación e información relativa a la digitalización. Por una parte, desde el punto de vista de la formación de los empleados. Actualmente no hay excusas para no formarse en competencias digitales ya que se puede hacer incluso de una forma gratuita, a través de webinars, cursos online, congresos, contenidos en la red y un largo etcétera.

Por otra parte, las pymes pueden presentar dificultades a la hora de disponer de la información necesaria sobre la abundante oferta de soluciones existentes, ya que muchas veces no encuentran aquellas que mejor se adapten a sus necesidades, algo que puede frenar su uso. Es decir, el proceso para identificar qué tecnología o aplicación es la más adecuada para ellas, es a menudo el impedimento para llevar a cabo el desarrollo digital deseado.

Este y los demás problemas se solucionarían si se tuviese definida una estrategia de digitalización. Digitalizar ciertos procesos o adentrarse en esta transición sin tener claro el por qué, el para qué y el cómo, no sirve de nada. Se necesitan unos objetivos y una hoja de ruta para que el desarrollo digital llevado a cabo tenga sentido y se puedan obtener resultados positivos.

Es decir, la solución a todos los retos existentes en el entorno de la pyme viene de la mano de introducir la transformación digital dentro de los objetivos empresarial y definida en una estrategia clara. Tratar este elemento como un objetivo más de la compañía implementado en una estrategia definida hará que los equipos le dediquen parte de su tiempo a trabajar en ese proceso como si se tratase de una meta más a alcanzar dentro de la empresa. También ayudaría intentar llevar a cabo cambios y planes a corto plazo, para que tanto el empresario como el resto de los equipos puedan percibir los beneficios del desarrollo digital ya que muchos cambios digitales traen consigo mejoras muy importantes de una forma rápida.

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