El hecho de que nos encontremos en un momento singular de la historia es algo que ya nadie se plantea.

La situación, o mejor expresado, la serie de sucesos provocados por la pandemia COVID-19, que, aunque el propio Taleb insiste en no catalogar como un “cisne negro”, ha causado una infinidad de efectos no previstos y de alto impacto (al menos para el común de los mortales y empresas, a las que nos ha cogido “a pie cambiado”), de los que aún no somos conscientes de su efecto en toda su magnitud.

En este contexto de máxima incertidumbre y elevado grado de entropía, es cuando desde mi humilde opinión, surgen las reacciones y adaptaciones profundas que pueden y deben marcar nuestro futuro como sociedad.

En este sentido, esta situación sin precedentes ha venido a manifestar muy a las claras, cuál es nuestro estado de desarrollo en materia de digitalización, y lo que es más importante, ha levantado alertas sobre la velocidad a la que necesitamos movernos, para poder ponernos en marcha y establecer planes de actuación profundos y rápidos.

Por lo tanto, el primer mensaje que me gustaría trasladar es el de un optimismo moderado, porque realmente estamos asistiendo a una apuesta sin precedentes hacia un enfoque coordinado en materia de digitalización, tal y como podemos ver claramente reflejado en iniciativas recientemente publicadas con la Agenda Digital España 2025.

Mi sensación, a nivel país, es que estamos ante un tren que no podemos permitirnos perder. Es necesario más que nunca un esfuerzo de todos los agentes económicos y sociales, para aprovechar esta situación y situarnos en el lugar que nos corresponde dentro de los países más avanzados del territorio europeo. Lejos del posible pesimismo imperante, tenemos el potencial necesario como sociedad para lograrlo, a base de mucho esfuerzo, trabajo e inversión.

A Europa ,esta situación también debe servirle como acicate para despertar y situarse como un ente común y relevante en tecnología a nivel global. Una Europa que, según mi opinión, tiene un papel transcendental en hechos tan relevantes como el hacer confluir los avances tecnológicos, con el respeto a los derechos y libertades de los individuos, con la protección al medio ambiente, con el reto demográfico, etc. En definitiva, constituirse en un bastión de control ético a los avances tecnológicos, que van a provocar cambios socioeconómicos de un calado incluso mayor al de otras revoluciones precedentes en la historia. Considero que Europa tiene una misión muy clara, dentro de un mundo tan polarizado como el actual, en el que corremos un grave riesgo de dejar atrás a una parte muy importante de la sociedad, si nos movemos únicamente por los criterios que han dominado la economía y la política en las últimas décadas.

Todo el espíritu de lo reflejado anteriormente está plasmado en mayor o menor medida en esta ambiciosa agenda de España Digital 2025, en la que, dando a las cifras de inversión, la validez real que tienen (se habla de alrededor de 70.000 millones de euros público/privados en un contexto moderado de aplicación de la agenda), me gustaría destacar y comentar brevemente, algunos hechos que considero relevantes, dentro de los siguientes 10 ejes estratégicos:

1- Conectividad digital:

La posición de España, frente al resto de países de la UE en este sentido es de un liderazgo claro y debemos ser conscientes de la ventaja que esto nos aporta. Tenemos unas infraestructuras que permiten, hoy en día, conectarnos a una velocidad de al menos 30 Mbps en un 94% del territorio (100 Mbps en un 85%). España se encuentra en una posición privilegiada para poder convertirse en un hub de conectividad internacional, que estamos en la obligación de seguir potenciando para atraer inversión y por tanto negocio hacia nuestro país.

Somos un referente frente a otros países, y de eso saben mucho nuestros compañeros de la división Verne Telco, como uno de los principales referentes en España, liderando despliegues a nivel internacional gracias a nuestro know how.

En la parte de mejora, debemos seguir invirtiendo en lograr una mayor capilaridad, sobre todo en zonas industriales, zonas rurales, etc, de forma que minimicemos al máximo la brecha digital existente entre zonas y territorios, y al mismo tiempo permitamos la desconcentración de población y actividades.

2- 5G:

De igual modo que en el caso anterior, y apoyado en el buen hacer que se ha llevado a cabo en España en ese sentido, tenemos la oportunidad de ser el referente europeo en apuesta por implantación de 5G de calidad. Para ello, debemos facilitar la atracción de inversión externa, favorecer las regulaciones, y en definitiva facilitar todas estas iniciativas que nos sitúen como uno de los países líderes en interconexión en Europa. Además de ello, deberíamos promover y facilitar la implantación temprana de tecnologías futuras como 6G, siendo un modelo de innovación en ese sentido.

3- Competencias digitales:

De nada sirve tener una de las mejores redes de “autopistas digitales” a nivel mundial, si realmente nuestro nivel de manejo de la tecnología no es el adecuado.

Todo el mundo que me conoce sabe de mi visión sobre la educación, y de la importancia estratégica que considero que tiene, mucho más allá de planteamientos cortoplacistas que puedan estar reflejados en cualquier plan. Los futuros rendimientos y posición de un país son directamente proporcionales al presente de la educación que estamos proporcionando desde la base.

Esto evidentemente daría para uno o varios posts completos, pero por resumir mucho: aunque apliquemos medidas de choque necesarias para que desde el nivel usuario ciudadano, seamos capaces de interactuar con un mundo cada vez más digital; medidas de capacitación en herramientas digitales para nuestra fuerza laboral actual y una formación cada vez más orientada a especialistas en las denominadas Tecnologías Habilitadoras Digitales (THD), o trabajamos en paralelo en un plan estratégico nacional de educación, o no vamos a poder competir como país a la velocidad que se va a requerir. Las buenas noticias, según mi criterio son que creo que aún estamos a tiempo y sobre todo poner en valor la fortaleza e inercia de la UE y tratar de converger a sistemas más eficientes que el nuestro.

4- Ciberseguridad:

Otro de los grandes ejes en los que España puede y debe posicionarse, aprovechando oportunidades como la de postular a albergar el futuro Centro Europeo de Ciberseguridad. La agenda recoge un apartado específico en el que se potenciará la generación de empresas especializadas a través de la atracción de talento, financiación, etc. Es necesario que haya cada vez más jugadores europeos relevantes en el mundo de la ciberseguridad, por razones obvias.

5- Transformación digital de la administración:

En este sentido, se constata que nuestra administración digital goza en general de una salud aceptable (segunda posición de la UE, según el informe DESI 2020), pero con muchos retos a resolver, entre los cuales yo destacaría la orientación hacia la sencillez de cara al ciudadano (mejorar la experiencia de usuario, lograr omnicanalidad, etc) así como la integración de las diferentes administraciones en búsqueda de la mayor interoperabilidad posible (algo así como un modelo de ventanilla única digital).

6- Transformación digital de la empresa y emprendimiento digital:

El panorama actual, por decirlo suavemente, tiene mucho margen de mejora. Tenemos varios efectos combinados que a día de hoy lastran nuestra competitividad como país. Por un lado, un tamaño medio de empresa muy reducido (el 99% y el 50% del empleo concentrado en empresas de menos de 50 trabajadores) y por otro lado una baja participación de las empresas tecnológicas en el conjunto de la economía.

Se dan por tanto las circunstancias “perversas” necesarias para que el desarrollo tecnológico en la empresa española sea en general considerado como un coste, más que como una palanca de crecimiento. Es muy evidente, y cualquier dato estadístico que se quiera contrastar, nos va a indicar que hay una relación muy directa entre digitalización y riqueza, por tanto, debemos (y no solo la Administración) a la tarea de invertir y apostar por transformar nuestras empresas.

Evidentemente se requieren mejoras regulatorias, mejoras en el mercado laboral que permitan la atracción de talento nacional e internacional, ayudas financieras, etc, etc pero también necesitamos seguir contando con la apuesta firme de los empresarios, posicionando las nuevas tecnologías, justo en el centro de todos los planteamientos de desarrollo de negocio a presente y futuro. Tenemos una responsabilidad muy alta como sociedad y, como comentaba al inicio, estamos en un momento histórico que no debemos desaprovechar.

7- Proyectos tractores de digitalización sectorial:

Siguiendo el hilo del eje anterior, se concretan medidas para sectores claves de nuestra economía actual y futura (agroalimentario, salud, movilidad y transporte, turismo, comercio). Son como vemos, sectores en los que España tiene la capacidad o el potencial de estar situada entre los líderes mundiales, destacando, bajo mi humilde punto de vista, la gran capacidad de mejora que tenemos en un sector estratégico a nivel mundial como el agropecuario, en el que estoy convencido de que aplicando la tecnología e inversión necesaria, España va a tener mucho que decir en los próximos años.

8- España, polo de atracción de inversiones y talento del sector audiovisual:

Carezco de criterio para poder opinar sobre este eje , que es el que observo más “difuso” de todos a nivel de potencial estratégico, en comparación con el resto.

Finalmente, los ejes 9º (Economía del dato e inteligencia artificial) y 10º (Derechos digitales), considero que son tan ambiciosos, que deberían trascender de cualquier medida o política nacional y enfocarse cada vez más a regulaciones a nivel UE o a un nivel utópico, a acuerdos mundiales.

El terreno a explorar es tan vasto y las implicaciones éticas de la mala regulación de estas tecnologías en relación a los individuos es tan importante, que constituyen dos apartados a tratar de forma separada en un futuro post.

Para finalizar, el documento nos aporta dos anexos de recomendada lectura, en los que se resume el paquete de medidas planteadas por eje estratégico, algunos KPI´s para medir a futuro la efectividad de la aplicación de las mismas,  así como un análisis DAFO sobre el estado de la transformación digital en España.

Como conclusión final y resumen de todo lo anterior, hoy es el mejor día para empezar a plantearnos un futuro en el que la tecnología va a tener un protagonismo que no alcanzamos aún a imaginar. Aprovechemos la inercia del momento y subámonos al tren de esta oportunidad histórica para situarnos en una posición relevante a todos los niveles. Tenemos muchos temas a mejora, pero muchas ventajas a aprovechar si nos movemos a la velocidad adecuada.

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