Ciberseguridad y ciberinteligencia
La imparable revolución digital que está aconteciendo en nuestro tejido empresarial y en nuestra sociedad trae aparejados infinitos retos a los que responder. Sin embargo, hay uno de ellos que es inaplazable para cualquier organización pública o privada: el cibercrimen. Según el análisis realizado por Techno Security para el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), en España se registraron más de 25.000 ciberataques, casi unos 70 al día. En una sociedad hiperconectada, con más de 50.000 millones de dispositivos conectados en 2020 y la irrupción del Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés), los puntos susceptibles de entrada para los ciberdelincuentes son ilimitados.
Los hackers han cambiado radicalmente en los últimos años
Algunos de ellos se han profesionalizado hasta tal punto que han llegado a crear un modelo de negocio totalmente sostenible. Hoy es posible contratar sus servicios pagando un módico precio para disponer inmediatamente de grandes bases de datos o atacar a la competencia. Eso supone que cualquiera de nosotros es un hacker en potencia y que nadie está al margen de esta amenaza. Una amenaza que ha costado a las empresas de todo el mundo más de 380 billones de dólares, cinco veces más de lo que toda la industria de la ciberseguridad ha sido capaz de generar en el mismo periodo.
Las consecuencias de esos ataques para las empresas tienen una triple vertiente: operacional, económica y reputacional. El ciberataque estrella en los últimos meses es el ransomware, un virus que bloquea la actividad empresarial hasta que no se paga un rescate (ransom) al hacker. El pago de esta extorsión se realiza a través de Bitcoins lo que hace que sea indetectable. El crimen perfecto. Adicionalmente, el impacto del cibercrimen en la cuenta de resultados de una compañía alcanza en algunos casos la astronómica cifra de 3,79 millones de dólares, la mayor hasta la fecha recogida por el informe ESG Threat Intelligence Research Project de 2015. Por último, y no menos importante, el coste reputacional que supone para una empresa ver comprometido su funcionamiento y sus datos es enorme.
Si los datos -cifras de negocio, información de clientes, correos electrónicos, números de cuenta y un amplio etcétera- son el petróleo del siglo XXI es lógico pensar que protegerlos esté en la agenda de todos los CEO y presidentes de cualquier compañía, sea cual sea su tamaño.
La respuesta inaplazable a este desafío no es otra que establecer una estrategia 360 grados que incluya un plan de contingencia y continuidad de negocio, implantar soluciones tecnológicas avanzadas de ciberinteligencia capaces de defender a los sistemas frente a los ataques y de aprender y evolucionar o dotar a las aplicaciones de negocio de una seguridad IT actualizada y eficaz. Frente al cibercrimen as a service, la mejor réplica es la ciberinteligencia as a service, una respuesta que combine la tecnología y el software más avanzados y una ingeniería especializada capaz de ofrecer soluciones a medida del cliente.
Verne cuenta con un amplio equipo de ingenieros y la confianza de los fabricantes más importantes del sector en materia de ciberseguridad para ayudar a las empresas a enfrentarse con garantías ante este desafío inaplazable. Es vital, en definitiva, disponer de las herramientas tecnológicas más avanzadas del mercado y de un equipo de ingenieros capacitado para detectar de forma proactiva comportamientos o acciones susceptibles de convertirse en una amenaza y ayudar a definir las políticas de ciberseguridad más adecuadas para cada negocio.